viernes, 1 de marzo de 2013

Diario / De noche, por Maria Antonia



Triunfo Arciniegas
DE NOCHE, POR MARIA ANTONIA
São Paulo, 28 de febrero de 2013 

Anoche salí a caminar por María Antonia. Entiéndase bien: no salí a caminar con Maria Antonia ni a caminarle a Maria Antonia sino a recorrer "a rua" de este nombre. No hago vida nocturna por dos razones: para reducir gastos y evitar riesgos. Los peligros se acentuan de noche, territorio propio de amantes, ladrones y asesinos. Una noche de parranda puede costarme lo mismo que tres o cuatro días de viaje. 

Había mucha gente a medianoche, sobre todo muchachos, sobre todo muchachas. En mi niñez los bares eran de hombres y las únicas mujeres que se veían eran las meseras, de mala reputación, por supuesto. Ahora se ven mujeres solas y grupos de mujeres sin ningún hombre, y beben y fuman y dicen palabrotas. Si hay algo más triste que un borracho, es una mujer borracha.

Había partido de fútbol anoche: los televisores estaban encendidos pero pocos seguían las jugadas. La gente está más interesada en juntarse con otra gente, en hablar, en sentirse menos sola, que otra cosa. El partido no es más que el pretexto.

Caminé hasta donde había bares, y luego regresé. No domino el territorio y no tengo ninguna necesidad de exponerme. Salí sin documentos y sin dinero, sin la cámara, pero de todas maneras más vale evitar que lamentar. 

Volví al hotel y todavía no había internet. Así leí unas páginas de Salcedo Ramos (ya casi acabo esa maravilla de libro que es La eterna parranda, el laberinto de la soledad de los colombianos) y otras de Guimarães Rosa. Llegó a mis manos Primeiras estórias. Qué complicado es este hombre. Ya lo sabía. Una cosa es leer a Rubem Fonseca, directo y seco, y otra cosa es este lenguaje cortado a navajazos, misterioso y profundo. Lo reconozco: mis dominios de la lengua portuguesa no alcanzan todavía para leer a Guimarães Rosa. A terceira margen do Rio sigue siendo un cuentazo, una obra maestra, pero lo mejor por ahora será volver a las páginas de Papillon. A Henri Charriere le interesa contar una aventura y punto, sin juegos de lenguaje ni arandelas. Pero Henri Charriere, si es que acaso escribió este librazo, es un escritor de aventuras, algo ligero, como para los días de playa. Guimarães Rosa, en cambio, es un escritor de peso completo, y para toda la vida.

Triunfo Arciniegas
São Paulo, 28 de febrero de 2013 




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